Virginia Acuña Céspedes
El presente trabajo es un acercamiento a aspectos generales de la religión romana, extraídos del libro de Jean Bayet, de 1984: La religión romana Historia política y psicológica. El contenido de este libro es extenso y detallado, realmente un libro para estudio de la religión romana, y de consulta obligada para trabajar este tema. Dado el tema de este trabajo, se seleccionaron contenidos sobre los caracteres dominantes de la mentalidad religiosa de los romanos (cap. II), de la organización de la religión de Estado de la antigua Roma (cap. V) y otros referentes a los dioses y el culto de la religión en la Roma republicana (cap. VI).
Este estudioso, nos señala en la primera parte de su libro, 4 características basen de la mentalidad religiosa romana, que se debe tener en cuenta para un enfoque adecuado del tema:
-Conservadurismo y primitivismo religioso romano:
Aclara el autor que se la ha achacado estos dos calificativos a la religión romana, pero que en realidad, son actitudes más de precaución que de convicción, y que es más ritual que de significación. Lo llama “obstinación ritual” (Bayet, J. (1984) pp.53) y considera que contribuyó a la solidez y originalidad religiosa en el momento de la fundación de Roma y durante siglos. Si reconoce en esta religión, muchos datos formales arcaicos, incluso del período indoeuropeo común, tales como magia y prácticas animistas[1].
-Degradación mítica.
Al menos, desde el estadio latino antiguo la mentalidad romana ha sido antimítica, y cuando existió el mito, fue artificial y sin alcance religioso. Lo que a juicio del autor no les permitió llegar a una madurez religiosa, porque rito y mito se necesitan entre sí. (Bayet, J. (1984) pp.55). El autor también resalta que los romanos no necesitaban concretar la forma de sus dioses, por precaución o indiferencia no usaban lo biográfico, genealógico o representación plástica para sus dioses. (Bayet, J. (1984) pp.59). Los mitos que mantuvieron fueron degradados a leyendas, símbolos, o sucesos históricos. Explica así factores que influyeron:
En este proceso de desintegración religiosa y de historización de los mitos debieron de influir varios factores: intromisiones griegas sin soporte ritual; influencias etruscas que, o estaban desvinculadas de la tradición latina, o la interferían artificialmente... (Bayet, J. (1984) pp.58).
Además de “…ciertos hechos adquiridos: la antigüedad de la desintegración mítica entre los latinos; la disponibilidad de los relatos sacros para un uso profano; la duradera tendencia psicológica a emplearlos históricamente. (Bayet, J. (1984) pp.58).
-Tratamiento pragmático de los presagios
Los latinos consultaban a sus dioses sobre probabilidad de éxito de lo que emprendían. Estos presagios se hacían por diversos medios: Auspicia (observar a los pájaros), Ominía (palabra anunciadora o advertencia celeste), o de la interpretación de las entrañas de las víctimas sacrificadas. El temperamento romano siempre se esforzaba para pasar de la sumisión a la libertad, y se arrojaba el derecho de aceptar o rehusar el presagio, o incluso transformarlo o transferirlo. Este sistema de augurios creció de tal forma, que en 300 AC se instituyó un colegio de augures para ordenarlo y limitarlo. Se desarrollo el derecho augural. (Bayet, J. (1984) pp.62)
-Lo cósmico y lo político
Reconoce un sentido cósmico débil en esta religiosidad. Su sensibilidad inmediata no permitía el interés por el universo, el tiempo y el espacio. En cambio, lo político se encontraba presente en diferentes aspectos religiosos. Por ejemplo: La multiplicación de los dioses, se daba para resolver necesidades de existencia, cambios en la vida social o imperativos políticos, su tolerancia no se basaba en la benevolencia sino en la precaución y la utilidad, porque preferían no tener conflictos con un dios adversario.
[1] “…que dota de vida o sentimiento, todo tipo de objetos naturales con fuerzas secretas que emanan de ellos Bayet, J. (1984) pp.52).
Los pontífices eran hombres políticos y sacerdotes, no se planteaban la cuestión de la fe. Si había aprobación del Estado, y regularidad ceremonial, se aceptaban estos dioses bajo el riesgo de crear mecanismos vacíos y fomentar el escepticismo en la gente sencilla. A esta estrategia le llamaron Pax deorum (paz de los dioses), expresión que refleja la seguridad de que más allá de su naturaleza y actividad, no tendrán que enfrentar una reacción hostil divina.
Organización romana de la religión del estado
Se reconoce en la leyenda que la instauración y consagración del dios Iuppiter fue hecha por Rómulo, pero que, que fue su sucesor, el rey sabino Numa Pompilio, el que logró establecer una religión coherente. De la organización de la religión de estado de la antigua roma el autor enfatiza el Calendario y el orden sacerdotal:
El Calendario
Se han rescatado de la historia romana calendarios, con importante información sobre el orden de los meses, las fiestas antiguas y días consagrados, aniversarios religiosos o históricos. Se pueden identificar etapas sucesivas del año, con una organización desigual del complejo político, social y religioso, ya que, en esta época, no se diferenciaban estos aspectos. Se encuentra también, lo que el autor llama una sorprendente adaptación del calendario lunar al año solar, así como conceptos religiosos muy arcaicos, en parte indoeuropeos, sobre todo para la época de fin de año.
Sobre las divinidades presentes en este llamados calendario de Numa, se reconoce un heterogéneo grupo de los grandes dioses, cuya importancia relativa era cambiante. Por ejemplo, a Iuppiter, llamado Lucetius (el más brillante) el dios del cielo luminoso, le pertenecían todos los días llamados idus (quinceavo o treceavo día de cada mes), porque en estas fechas la claridad del plenilunio sucede al sol, pero también, regía otras fechas en forma secundaria como dios social, o del vino. (Bayet, J. (1984) pp.102). Además, el calendario refleja confianza en ritos de eficiencia mágica y que existía el recurso de divinidades personales con diferentes poderes y autoridad. Nota en este calendario, la disposición romana a incorporar divinidades extranjeras en la religión nacional, y que convivían con los dioses romanos, tuvieran campos de acción iguales o diferentes. También menciona que se advierte en el calendario tosquedad cósmica y desequilibrio teológico, el cual contrasta con la nitidez de los ciclos festivos biológicos y sociales.) (Bayet, J. (1984) pp.102). El ritmo del año se ve dominado por las figuras divinas, con muchos elementos de la vida agrícola, pero también ciclos funerarios y de purificación. En general, estos ritos están más dirigidos a pedir protección de una acción específica, que a celebrar o dar gracias a los dioses.
El orden sacerdotal:
Cita el autor sobre este tema que:
Las relaciones de la ciudad con lo divino se fundamentan en la exactitud de los ritos que realizan los diferentes sacerdotes y cofradías dedicados a los cultos, ceremonias y consultas públicas, así como los individuos y grupos que tienen sus propias responsabilidades religiosas, por ejemplo, el paterfamilias, la familia, la gens o la curi. (Bayet, J. (1984) pp.109).
Este tipo de organización constituye una jerarquía, y algunos elementos de esta son:
Los colegios pontífices y augures.
Estos colegios tenían atribuciones religiosas, jurídicas y administrativas. Entre ellas el culto de banquete en templos sin clero, asistir a los magistrados, dominaban el derecho de la ciudad, eran los únicos que conocían los procedimientos jurídicos, y arbitraban en materia de derecho divino. Bayet, J. (1984) pp.114)
Un colegio con función propia era el de los augures, que tomaban auspicio en nombre del estado, respondían preguntas concretas en ritos exigentes y detallados. No tenían jefe o superior, por lo que cada uno decidía en su campo. Era un puesto buscado porque daba prestigio y abría posibilidades de ascenso. (Bayet, J. (1984) pp.114)
Las sodalitales
Eran también responsables del culto público. Se encargaban de sacralizar las declaraciones de guerra y tratados de paz. (Bayet, J. (1984) pp.114)
Plebeyos
Los plebeyos compartieron estas funciones colegiales, además de otras propias de su condición: podían ser tribunos de la plebe, con derecho incluso de ordenar la muerte de alguien, los aediles: guardianes del templo, o presidir el juego de un dios.
Consideran el autor que este orden sacerdotal en conjunto se ve como una coordinación heterogénea de elementos, en parte esclerotizada y en parte innovador, (Bayet, J. (1984) pp.117), correspondientes a diferentes edades y niveles. También aclara que no hay información de aspectos importantes como el número de actividades, su naturaleza, relaciones, eficiencia y multiplicación de dioses, su importancia relativa, vitalidad o desgaste para caracterizar adecuadamente esta religión.
RELIGION ROMANA EN LA REPUBLICA
Investigaciones específicas, han permitido conocer algunos rasgos religiosos en el período republicano, del siglo V al I AC. Entre los que se destaca:
-Fuerza y formas divinas
El universo se concibe como una red de fuerzas invisibles sobre las que solo pueden influir los “sacra” que participan de tales fuerzas: fetiches, magia inmolaciones rituales, ceremonias de propiciación o conjuros. Hay un concepto en esta religión: “numen” que consiste en una voluntad o querer, junto a una idea de una fuerza divina, o una incomprensible virtud realizadora de un superior de un superhombre (Bayet, J. (1984) pp.121).
La tendencia romana por el análisis de los instantes sucesivos de una acción rodea a los grandes dioses de gran cantidad de agentes secundarios, para colocar cada instante bajo una protección particular, por ejemplo: la cuna, el amamantamiento, etc. Lo importante no es que el orante puede representarse en forma definida la divinidad, sino que encuentre a quién debe dirigirse en cada situación concreta.
-Dificultades teológicas
Expresa el autor que las clasificaciones propuestas por los antiguos a esta multitud de dioses son oscilantes y contradictorias, muestran un formalismo lógico, menos teológico que racional. Existía incluso un orgullo romano porque su mundo religioso abarcaba los dioses de todo el mundo, pero no se encuentra una armazón propiamente religiosa. Y considera que esto evidencia un estado de conciencia histórica de la religión romana como soporte social y político del Estado romano. (Bayet, J. (1984) pp.128).
La única base litúrgica segura: el orden de preminencia de los sacerdotes para afirmar la primacía de los 3 grandes dioses: Iúppiter, Marte y Quirino. Donde Iúppiter tenía doble valor regio, poder mágico y orden jurídico, y que fue historizado en Rómulo y Numa. Marte, dios de los guerreros y Quirino que preside la función de la producción agrícola y ganadera. (Bayet, J. (1984) pp.132). Este tipo de triadas de dioses eran frecuentes en esta religión. La constante adición de dioses hubiera ahogado las líneas maestras de la religión romana si no hubiera sido dominado por el calendario, el orden Pontificia, la observancia litúrgica y sus continuos intentos de síntesis y jerarquización.
La religión para los romanos era el rigor de los vínculos que unen al hombre con los dioses, y la acción cultual creaba y daba eficacia a los intercambios entre mortales e inmortales mediante los “sacra”. El fiel buscaba provocar la presencia divina, lograr su benevolencia, para lograr un beneficio o alejar un peligro. Era muy importante no equivocarse del dios al que se iba al realizar el rito, sobre todo usar el nombre exacto de la divinidad apropiada para la petición. Se utilizó la plegaria para comunicar el deseo al dios capaz de satisfacerlo, pero la solicitud debía agradar al dios. Pero no era un contrato de intercambio, en que al dios se le compra un sacrificio, si no una presión para que el Dios regale más de lo que recibe. En el año 97 antes de Cristo, se prohibió los sacrificios humanos en la religión.
Conclusión
Este acercamiento a la religiosidad de la Gran Roma permite ver cómo era una, con lo político y lo social, tal como se manejaban estos asuntos en aquellas épocas. Sobre esto se puede decir, que en todo caso que la relación entre religión y política siempre es un aspecto para resolver y manejar, dado la capacidad de cohesión social que da lo religioso, y el interés de lo político en influir desde la religión, y los intereses presentes en esa relación.
La fenomenología religiosa advierte que no se puede juzgar a una religión, menos en este caso, en que se encuentra en lejanía espacial y de tiempo. Respetar lo planteado en la religión romana y comprender que dio salida a las preocupaciones religiosas del pueblo, deseos y temores, es lo procedente.
El tema si nos puede alertar sobre la forma en que estemos llevando nuestra religión actualmente. Por ejemplo, reflexionar sobre la relación gobierno e iglesia, o si estamos participando en lo cultual con un claro sentido religiosos y teológico, o hay alguno que se ha convertido en un rito vacío. El autor estudiado señala que el pragmatismo de la religión romana, la hizo carente de mitos y no logró una madurez religiosa, ni una armazón teológica que la respaldara. Esto hace que veamos la importancia de estudiar la teología de nuestra iglesia, y el desarrollo de temas que vayan dando razón de nuestra esperanza.
REFERENCIA
Bayet, J. (1984) La religión romana Historia política y psicológica Universidad complutense. Ediciones Cristiandad. Madrid
R. P, José María Mi R. Diccionario ilustrado Vox latino-español español-latino. 15ª edición septiembre 1982 Barcelona